Según datos de Organización de Naciones Unidas (ONU), alrededor de 600 millones de personas en el mundo -casi 1 de cada 10 habitantes- enferma por ingerir alimentos contaminados. Para llamar la atención sobre la importancia de prevenir, detectar y gestionar los riesgos transmitidos por los alimentos, dicha organización ha establecido que, a partir de este año, el 7 de junio sea el Día Mundial de la Seguridad Alimentaria.
Cuando se habla de seguridad alimentaria, el consumidor se hace preguntas sencillas: ¿Son seguros los alimentos que consumimos? Si somos alérgicos a ciertos ingredientes, ¿podemos confiar en el etiquetado? ¿Estamos consumiendo realmente lo que creemos estar consumiendo? ¿Cómo se producen? Cada día más consumidores están interesados en cómo se producen los alimentos, en términos también medioambientales o de bienestar de los animales y de su procedencia u origen.
Ante estas preguntas, la industria alimentaria tiene que ser capaz no solo de contestarlas, sino también de transmitir confianza a los consumidores sobre la veracidad de sus respuestas. Además, es cada vez más necesario considerar el entorno internacional, ya que las materias primas, los ingredientes, los componentes o los productos pueden provenir de diferentes países y, por otra parte, los productos se venden cada vez más frecuentemente en mercados exteriores.
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