Crear un mapa en 3D que incluya 1.000 millones de estrellas de nuestra galaxia es un gran logro. Requiere décadas de trabajo duro por parte de las mentes científicas más brillantes del planeta. Y requiere datos. Muchos datos. Tanto si se trata de cartografiar la Vía Láctea como de aterrizar en un cometa o de buscar vida en Marte, los científicos de la Agencia Espacial Europea (ESA) necesitan acceder de forma fiable a grandes cantidades de datos para explorar el universo y compartir sus descubrimientos con el mundo.
El 30 de septiembre de 2016, se pudo ver en directo cómo la nave espacial Rosetta de la ESA aterrizaba en la superficie de un cometa. Durante más de dos años, la nave había viajado con el cometa, junto a su órbita, con el fin de recopilar datos. Pero si el cometa continuaba alejándose del Sol a una velocidad de 120.000 km/h, la nave Rosetta no tardaría en quedarse sin energía solar. Los científicos aprovecharon la oportunidad para intentar lo que nunca antes se había intentado: obtener observaciones únicas a través de un impacto controlado contra el cometa.
A pesar de las extremas velocidades y de las incontables incógnitas, la nave aterrizó a tan solo 33 m del punto objetivo y envió imágenes de alta resolución y datos de valor incalculable a la Tierra.
Las preguntas del Cosmos
Rosetta es tan solo una de las múltiples misiones del programa científico de la ESA, que pretende explorar el universo y profundizar en su comprensión. ¿Cómo se formaron las galaxias en el universo primitivo? ¿Alguna vez ha habido vida en Marte? ¿Podrían habitar los humanos las lunas heladas de Júpiter?
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