Es muy curioso que los humanos nos veamos como el elemento más importante de la vida y que nos otorguemos el derecho de utilizar todo lo que nos rodea a nuestro antojo. Consumimos, derrochamos, contaminamos sin reparo y sin pensar que generaciones venideras necesitarán al igual que nosotros una Tierra ‘sana’ donde poder vivir. Gastamos más de lo que tenemos e indudablemente, los límites de biocapacidad (capacidad regenerativa del planeta) de la Tierra están siendo superados, según el Informe Planeta Vivo de WWF 2012. El deterioro que el medio ambiente está sufriendo por comportamientos como los citados anteriormente cada vez es más visible: el cambio climático, el efecto invernadero, el agotamiento de recursos y muchos más. Dada la gravedad del problema al que se enfrenta la humanidad, surgen nuevas políticas de sostenibilidad, en las que se premia al más ecológico y se castiga al más derrochador. En el ámbito de la fabricación el trabajar por una producción limpia es lo que hoy en día lleva a las vías del éxito. Las empresas se han visto obligadas a introducir la ecoeficiencia en sus procesos si desean mantenerse a alto nivel en el mercado.
El estado del Planeta Tierra
El Informe “Planeta Vivo” es un informe publicado bianualmente por la WWF (World Wildlife Fund) que metafóricamente se podría decir que se centra en examinar la salud del planeta. Mediante el análisis de diversos factores en más de 200 países diferentes se estudia la naturaleza, determinando tanto los cambios y tendencias de la biodiversidad como los recursos naturales que se demandan.
Para poder cuantificar y cualificar el estado de la naturaleza, WWF se centra en tres factores: el Índice Planeta Vivo (IPV), la Huella Ecológica (HE) y la Huella Hídrica. De manera resumida, el IPV estudia los cambios en el estado de los ecosistemas, recolectando datos de especies vertebradas en casi 8000 poblaciones, de las cuales aproximadamente 500 son españolas. Por otro lado, la HE es un factor en continuo crecimiento (como se verá más adelante, su valor se ha duplicado entre 1961 y 2007) e indica el impacto que una cierta comunidad humana ejerce sobre su entorno. Por último, la Huella Hídrica se basa en el término agua virtual y define el volumen de agua que se llega a consumir en la elaboración de un producto o para facilitar un servicio.
El último informe realizado por la WWF indica que se está llegando a situaciones insostenibles en el medio natural: mientras que el planeta Tierra ha perdido más del 30% de su biodiversidad en los últimos 40 años, el ser humano ha aumentado su demanda de recursos naturales a más del doble. Y si bien muchos de los humanos no se han dado cuenta de ello, las consecuencias ya son palpables: entre los años 2000 y 2010 han desaparecido 15 millones de hectáreas de bosques por año; la biodiversidad ha decrecido un 60% en regiones tropicales; los vertidos de residuos y aguas residuales alcanzan valores de más de 2 millones de toneladas y así podrían mencionarse muchos más datos desalentadores.
Una de las razones por las cuales se ha llegado a la situación actual, es que hoy en día se utiliza un número de recursos mucho mayor del que la Tierra puede ofrecer. Eso hace que la Tierra no sea capaz por ejemplo, de absorber el CO2 emitido durante el año 2007 y regenerar los recursos empleados en ese periodo de tiempo y que se requiera de 1,5 planetas para ello. No sólo eso, se prevé que bajo la actual política de gestión la humanidad necesitará 2 planetas para 2030 y casi 3 para el 2050. De esta manera, se está provocando llegar al colapso ecosistémico en un tiempo récord. Alguien puede pensar que es exagerado, pero lo que es indudable es que la tendencia es esa.
La empresa: orientación hacia la producción limpia
En el ámbito industrial, la conciencia medioambiental está haciendo que las empresas deban orientar sus procesos hacia la “ecoeficiencia”. La ecoeficiencia consiste en la fabricación de un producto empleando la cantidad mínima de recursos necesarios y generando el mínimo número de residuos, minimizando así el impacto ambiental que el proceso conlleva y consiguiendo al mismo tiempo, una reducción de los costes de fabricación. Si antes para que una empresa pudiera ser competitiva en el mercado bastaba con ofertar productos de alta calidad a bajo coste, hoy en día es insuficiente; además de lo anterior deberá cumplir con la legislación ambiental y establecer un proceso de producción sostenible.
Existen dos herramientas claves para la implementación de la ecoeficiencia en toda empresa: los Sistemas de Gestión Medioambiental (SGMA) y el Análisis del Ciclo de Vida (ACV). En base a la norma ISO 14001 y al Reglamento Europeo CE 1221/2009 (EMAS) mediante el SGMA se incorpora el medio ambiente a la gestión general de la empresa, permitiendo diagnosticar, corregir y optimizar las ineficiencias del proceso. Integrado el medioambiente al proceso, el SGMA permitirá verificar si las acciones de mejora medioambiental establecidas son satisfactorias, además de llevar un seguimiento de las mismas y obligar a la mejora continua.
En cuanto al ACV, es importante tener en cuenta que el cuidado del medio ambiente debe estar presente en todas y cada una de las etapas de un proceso. Por ello el ACV (según norma ISO 14040) analiza los recursos consumidos y los residuos generados durante el proceso de producción desde la obtención de la materia prima, pasando por el diseño, fabricación, almacenaje y distribución del producto, hasta llegar al fin de vida del mismo.
Para alcanzar la ecoeficiencia, existen otras técnicas que junto con las anteriores garantizan el cumplimiento de las normas de protección ambiental, como el ecodiseño, la economía de servicios, la logística inversa y la ecología industrial.
La ecología industrial centra sus ideas en buscar, en la medida de lo posible, que un proceso industrial sea cerrado. Es decir, que los residuos generados por la fabricación o el uso de un producto puedan ser las materias primas para la propia industria o para procesos de otras empresas.
La ecoeficiencia de una empresa está ligada a la estrategia denominada Producción Limpia. Mediante la producción limpia, una empresa puede colaborar en la protección del medio ambiente sin que su economía se vea afectada negativamente, más bien todo lo contrario. Las líneas de actuación necesarias para la integración de la producción limpia en una industria son diversas y varían según la empresa. Sin embargo, las medidas generales que se suelen tomar en: cambios en la materia prima, medidas organizativas, reutilización interna-reciclaje, cambios tecnológicos-reingeniería y cambios en productos.
Si bien en un principio en las empresas se tenía una mentalidad reticente a la introducción de la ecoeficiencia en el proceso de producción, indudablemente se ha podido observar cómo el orientar la producción hacia la mejora del medio ambiente conlleva beneficios de ahorro en costes y la obtención de una imagen verde e innovadora entre otros, convirtiéndose en una empresa competitiva. Debido a ello, cada vez son más las empresas que se suman al cuidado del planeta Tierra basándose en el novedoso concepto de Green Manufacturing (Fabricación Ecológica). Muchas empresas vascas ya están trabajando en ello, modificando los procesos de fabricación existentes o incluso creando nuevos procesos.
Haciéndose eco de la importancia que tiene en la industria de la fabricación el apostar por un proceso ecoeficiente y para dar apoyo a aquellas empresas que buscan orientar sus procesos hacia la producción limpia, el Departamento de Ingeniería Mecánica de la UPV/EHU está trabajando en la investigación de procesos de mecanizado de carácter ecológico y colaborando para ello con el Departamento de Ingeniería Química y del Medio Ambiente. Evidentemente es un pequeño paso en una dirección, pero si se suma a otros se podrá ralentizar lo que sólo se puede resolver con algún salto tecnológico adelante que aún hoy no se sabe dominar o incluso no se puede imaginar.
A continuación se van a considerar dos casos distintos, uno de ellos la línea de mecanizado de madera, material que hoy en día puede calificarse como sostenible, y otro, el uso de microorganismos para mecanizar piezas de cobre.
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