Las redes inalámbricas 5G han generado interés en el ámbito industrial, académico y entre los operadores, puesto que esta tecnología aportará acceso inalámbrico de banda ancha, así como capacidades de computación en cualquier lugar y momento. Sin embargo, las infraestructuras inalámbricas de medio alcance que existen actualmente no permiten llegar al rendimiento requerido para que esto suceda, y es ahí donde nace el proyecto Dragon, en el que trabajan 12 centros tecnológicos y empresas de telecomunicaciones; entre ellos, se encuentra CEIT, centro tecnológico vasco y miembro de la alianza BRTA.
El proyecto, enmarcado dentro del programa europeo Horizon 2020, tiene como objetivo “demostrar que se pueden superar las limitaciones que imponen a los operadores las tecnologías inalámbricas de alta capacidad disponibles hoy en día para sus redes de transporte de datos”, afirman desde Ceit. Para ello, se propone dar el salto a la banda D de radiofrecuencia para superar las limitaciones de la red de retorno inalámbrica en la banda E.
Tanto la banda D como la E se encuentran en lo que se denomina el rango de frecuencias milimétricas, lo que permite construir dispositivos más pequeños; unas antenas mucho más directivas (permitiendo radiar en una sola dirección en lugar de en todas) y, además, contar con un espectro electromagnético mucho menos saturado que en otras frecuencias más bajas. Así, se permite la transmisión de muchos más datos.
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