“El mundo laboral se reinventa a un ritmo vertiginoso. La SST, además de seguir este ritmo, debe ir un paso por delante para preservar la seguridad de los trabajadores”, afirma Martin Cottam, consultor de sistemas de gestión de la calidad y la SST y presidente del ISO/TC 283 sobre gestión de la seguridad y salud en el trabajo.
Resulta tentador atribuir a la pandemia de COVID-19 la gran importancia que ahora se concede a la seguridad y salud en el trabajo (SST). Si bien para muchas organizaciones la pandemia puso de relieve la gestión de la SST, existen otras cuestiones que mantendrán la SST en un primer plano la próxima década.
Martin Cottam se explica: “Me refiero a los nuevos riesgos asociados al cambio climático, las transformaciones en el mundo laboral (como el teletrabajo o el trabajo desde casa), una atención muy necesaria al bienestar mental y los modelos de empleo típicos de la economía por encargo. Además, se deben tomar en cuenta tendencias más amplias, como las nuevas tecnologías y la transición demográfica”.
Las expectativas cambiantes de la sociedad también están teniendo su efecto, reflejado en la declaración de la Organización Internacional del Trabajo en 2022 de que un ambiente de trabajo seguro y saludable es un principio y un derecho fundamental en el trabajo. La SST también es un componente clave del compromiso de una organización con el aspecto social de las inversiones en criterios ambientales, sociales y de gobernanza (ASG). El progreso en materia de diversidad e inclusión también plantea cuestiones para la gestión de la SST, donde un enfoque a veces “universal” no aborda suficientemente las necesidades individuales de los trabajadores.
Salud y bienestar psicológicos
Si bien muchos de los desafíos inmediatos de SST planteados por la COVID-19 ya quedaron atrás, numerosos efectos siguen estando presentes. Puede que el más notable de todos ellos sea la mayor sensibilización de los trabajadores sobre el potencial impacto del trabajo en su salud y bienestar psicológicos. Esta situación trae consigo la expectativa de que las organizaciones podrían y deberían hacer más para gestionar este impacto, junto con las obligaciones que ya tenían en relación con la seguridad y salud físicas de sus empleados.
Esta cuestión ha copado muchas conversaciones, y se dispone de numerosas pautas. Por ejemplo, ISO 45003 es una norma internacional que proporciona una guía para gestionar los riesgos psicológicos aplicables a organizaciones de todos los tamaños.
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