Los criterios medioambientales, sociales y de gobernanza (ESG) son útiles para medir el progreso de una empresa a la hora de lograr objetivos sociales, además de crear valor para los accionistas, según explica McKinsey.
Los criterios medioambientales, sociales y de gobernanza (ESG) han emergido como una forma de medir el impacto de una empresa. Los criterios medioambientales miden la huella medioambiental de una empresa. Los criterios sociales tienen en cuenta las relaciones de una empresa, incluso con los empleados, con las instituciones y en las comunidades donde opera. Y la gobernanza tiene en cuenta la forma en la que una empresa se gestiona a sí misma, incluyendo la remuneración de los directivos, la toma de decisiones y el cumplimiento de la ley.
Se ha registrado un aumento meteórico en la inversión orientada a ESG en los últimos años. Desde 2019, la inversión sostenible mundial supera los 30 billones de dólares. Eso representa un aumento del 68% desde 2014 y un enorme aumento de diez veces desde 2004. Esto se debe a una mayor sensibilización social, legislativa y de los consumidores sobre el impacto de las empresas en toda su amplitud, así como a inversores y directivos que han asumido que una propuesta sólida de ESG puede nutrir el éxito a largo plazo de una empresa.
Cómo se crea valor
Según la investigación y la experiencia de trabajo de McKinsey con empresas de una variedad de sectores, ESG puede crear valor de cinco formas clave:
- Crecimiento de primer nivel.
- Reducción de costes.
- Alivio regulatorio.
- Aumento de la productividad.
- Optimización de inversiones y activos.
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