Si analizamos los datos de accidentabilidad de los últimos años presentados por el Ministerio de trabajo e Inmigración vemos que se constata un alto grado de accidentes en jornada de trabajo que producen baja y que viene derivados o son consecuencia directa de una deficiencia en materia de ergonomía en los puestos de trabajo. Esta deficiencia suele observarse y encontrarse habitualmente por los especialistas en ergonomía cuando visitan las diferentes fábricas e intentan analizar las causas de estos accidentes. Estamos hablando de más de un 35% de accidentes por sobreesfuerzos físicos sobre el sistema musculoesquelético. Lo más curioso del tema es que llevamos muchos años conviviendo con este tipo de accidentes sin prestarles mucha atención ni darles la importancia que se merecen. Como consecuencia de ello, este tipo de accidentes se siguen repitiendo ciclicamente y, por sus peculiaridades y características vinculadas a factores individuales, pueden aumentar con facilidad. Es más, desde hace tiempo se viene desarrollando una normativa muy amplia dirigida a facilitar herramientas que puedan ser utilizadas por los fabricantes de máquinas para implantar la ergonomía desde el propio diseño de estas, antes de ser instaladas en su ubicación final y a lo largo de su ciclo de vida y en función de las diferentes tareas que deben desarrollarse con y sobre las máquinas.
No queda más que hacer uso de esta normativa y aprender de lo acaecido hasta el momento por la utilización de las máquinas actuales para conseguir que las máquinas sean completamente ergonómicas y, por consiguiente, lo más seguras y saludables posibles para sus futuros operadores.
Indicadores estadísticos de accidentabilidad
Gracias a la tecnología y a los sistemas informáticos cada vez se nos permite obtener, con mayor rapidez, datos estadísticos sobre los accidentes ocurridos a lo largo del tiempo.
Además, cada vez se nos ofrece una mayor información sobre dichos accidentes (tipo de lesión, por suceso anormal, por actividad física, lugar, grupo de ocupación,…). Toda esta información nos puede y nos debe servir para encauzar nuestra actuación preventiva focalizando la acción correspondiente con una mayor exactitud, con el fin de obtener unos resultados óptimos. Como contrapartida, hemos de considerar que, para obtener toda esta información, se han de producir accidentes, es decir, se produce la paradoja de tener que necesitar aquello que queremos evitar.
Con el fin de intentar obtener una foto fija de las características de los accidentes que se producen en nuestro país, se presenta un resumen de los datos más destacables de dos años [1], con la intención de buscar una posible vinculación con todas aquellas actividades derivadas de la interacción de las personas usuarias con máquinas en el entorno productivo.
El total de los accidentes en jornadas de trabajo con baja registrados en los años 2008 y 2009 son 828.941 y 605.073 respectivamente.
Este primer dato nos constata una reducción de accidentes en el año 2009 con respecto al 2008. Este dato, de por sí, podría tener varias interpretaciones. En primer lugar, el argumento más optimista sería considerar que la actuación de los Servicios de Prevención, tanto Propios como Ajenos o Mancomunados han realizado una labor de asesoramiento que se ha ido asimilando e interiorizando por parte de las empresas, llevando a una correcta integración de la prevención en la gestión productiva en el seno de la propia empresa y, por consiguiente, a una reducción significativa de los accidentes registrados en una parte importante del colectivo empresarial.
El argumento más pesimista sería aquel que considera que la reducción de accidentes ha sido consecuencia de la crisis económica que se está viviendo en los últimos años y que ha generado un elevado número de cierre de empresas, de EREs y de cambios en el comportamiento de los propios trabajadores a la hora de solicitar la baja como consecuencia de una accidente/incidente o de una lesión musculo esquelética que les puede generar cierto dolor pero que lo asumen o asimilan con el fin de no registrar dicha baja.
El argumento más realista sería reconocer que ambas condiciones han sido participes de estos resultados y, por consiguiente debemos considerar que aún queda mucho trabajo por delante.
Si analizamos más detalladamente los datos presentados, debemos destacar que un 40% en 2008 y casi un 38% de los accidentes del 2009 han ocurrido en zonas industriales y más concretamente en los lugares de producción, talleres y dentro de la propia fábrica.
Con relación a la actividad física del operario, algo más de un 4% de los accidentes del 2009 son vinculados directamente a las operaciones realizadas con las máquinas. Pero debemos de considerar que la interactuación de las personas con las máquinas no solamente son las de puesta en marcha, parada, mantenimiento,… sino que también se incluyen las de alimentación de materia prima y evacuación de producto terminado, entre otras muchas. En este caso, la manipulación de objetos ha generado casi un 30% de la accidentabilidad de los dos años considerados, y el transporte manual de materiales provocó más de un 13% de los accidentes registrados.
Si nos centramos en los datos que hacen referencia al suceso que ocasionó el accidente, vemos que el hecho de tener que realizar movimientos articulares combinado con la necesidad de realizar un esfuerzo físico, y entre ellas las acciones de levantar pesos, depositarlos a baja altura o a nivel de suelo, transportar elementos o piezas o acciones de empuje, tracción sobre elementos o mandos, acaparan cerca del 22% de los accidentes con baja del los años 2008 y 2009.
Como último dato a destacar, los sobreesfuerzos físicos sufridos sobre el sistema musculo esquelético acaparan más del 37% de los accidentes registrados en ambos años, dato lo suficientemente elevado como para tener en cuenta la importancia o la necesidad de actuar lo antes posible con el fin de reducir estos porcentajes lo máximo posible.
Centrándonos en los entornos de trabajo con máquinas, las lesiones más comunes van a venir derivadas de la interactuación con estas, reconociéndose como riesgos habituales los atrapamientos, golpes, cortes, ocasionados por las partes móviles de estas y las lesiones musculo esqueléticas motivadas por deficiencias en el diseño del propio puesto de trabajo (alturas/alcances inadecuados, manipulación de pesos, aplicación de fuerzas,…). Sobre el 45% de los accidentes generan lesiones del estilo de torceduras, esguinces o dislocaciones.
En resumen, podemos decir que se nos presenta un importante nicho de actuación preventiva donde la ergonomía tiene mucho que decir y una gran variedad de principios y criterios preventivos que aplicar con el objetivo de reducir sustancialmente dicha accidentabilidad.
Si además tenemos en cuenta el plan de actuación europeo planteado en un futuro próximo en relación a la reducción de la accidentabilidad, que estima la necesidad y la obligación de los países miembros de reducir la accidentabilidad un 25% hasta 2020 y a partir de ahí un 5% cada año, debemos de actuar también desde la Prevención de Riesgos en la reducción o eliminación de todos aquellos riesgos vinculados directamente con una falta de criterios ergonómicos en el desarrollo de la actividad productiva o en el diseño de los puestos de trabajo de las fábricas y empresas.
