Internet of Things (IoT) es, más que una tecnología, el resultado de la evolución y aparición de un conjunto de tecnologías que incluyen los avances en adquisición de datos (microelectrónica, sistemas MEMS, sensórica, etc.); en comunicaciones (4G y próximamente 5G); en almacenamiento (por ejemplo, el coste-eficiencia del almacenamiento en la nube) y por supuesto, en el procesamiento de datos (tecnologías Big Data, Inteligencia Artificial, Computación en el Edge).
Todo esto posibilita el surgimiento de IoT como un nuevo paradigma de ecosistema digital en el que infinidad de elementos de naturaleza heterogénea son capaces de comunicarse e interactuar a escala global, tanto con las personas como entre sí (Machine to Machine -M2M-) y con su entorno. Las tecnologías IoT son fundamentales para que muchos componentes y máquinas (con hasta ahora funciones básicas o limitadas a un uso en local) evolucionen hacia servicios de mayor valor añadido y conectados con el entorno.
Las cerraduras de las puertas constituyen un ejemplo muy gráfico de esta evolución, ya que han pasado de ser sistemas puramente mecánicos a soluciones conectadas a la nube que permiten abrirse con nuestro móvil.
IoT en nuestra vida cotidiana y en la industria
Son muchas las áreas que han comenzado a dar sus primeros pasos en el ámbito de las tecnologías IoT. Algunas aplicaciones empezaron hace tiempo (por ejemplo, en domótica hacia el smart home/city, wearables, etc.), sin embargo, las soluciones relacionadas con la fabricación y con la apuesta por digitalizar la empresa (Industria 4.0) son mucho más recientes.
Del mismo modo que la sociedad comienza a percibir ya con normalidad conceptos como el “hogar digital”, el coche y el transporte conectado, las tecnologías asistenciales o la e-Salud, las tecnologías IoT también comienzan a abrirse paso en la industria.
Algunos de los ejemplos basados en estas tecnologías y que encontramos en nuestro entorno industrial actual son los sensores de bajo coste para mantenimiento predictivo de componentes y máquinas; dispositivos o cajas grises para la monitorización y procesamiento de datos de operación in situ; wearables y asistentes digitales para facilitar la interacción entre el personal y las máquinas y robots; soluciones de trazabilidad y localización de bienes y personas; y plataformas y algoritmos analíticos para la optimización de los procesos productivos, entre otros.
Por último, también existen otras áreas de aplicación como, por ejemplo, el sector agroalimentario, que está encontrando en esta tecnología un soporte de primer nivel para resolver sus necesidades (entornos muy abiertos, complejos y costosos de monitorizar hasta ahora).
Tendencias y retos a futuro
Internet y la telefonía móvil fueron toda una revolución hace unos años. La tecnología IoT, por su lado, también tiene muchas probabilidades de ser disruptiva. De hecho, es más que probable que a corto plazo (5-10 años vista) estemos rodeados de cientos, incluso miles de dispositivos capaces de emitir información relevante en todos los ámbitos (ciudad, salud, industria, ocio, etc.).
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