Más del 90% de las empresas utilizarán sistemas de Inteligencia Artificial en los próximos años. “La Inteligencia Artificial tiene la capacidad de potenciar y maximizar los beneficios en muchas áreas incrementando la productividad, pero también puede maximizar o potenciar los riesgos”, ha afirmado Javier Camacho, vicedecano del área de empresa y Business Analytics de la Universidad Europea, al analizar el impacto de la Inteligencia Artificial en el ámbito laboral, así como sus implicaciones éticas y su uso responsable.
Ante el miedo a ser sustituidos por la Inteligencia Artificial, el experto de la Universidad Europea hace un “llamamiento a la calma”, señalando que “debemos entender que esta puede potenciar una visión mucho más humanista de la persona diferenciando lo que nos hace realmente humanos”. Para ello, enumera tres características: un grado de libertad razonable, la voluntad y la conciencia. “Estas particularidades nos diferencian de cualquier otro animal, robot o sistema y nos hacen responsables de nuestras acciones, de manera que, si nuestras decisiones están basadas en esos criterios, la Inteligencia Artificial se postula como una tecnología adicional”.
En cuanto a la regulación de la Inteligencia Artificial, el vicedecano ha señalado que “la ley sola nunca es suficiente. Esto se debe a la diversidad geográfica; estamos en un entorno competitivo y hay que tenerlo en consideración”. Para argumentar su opinión sobre este tema, ha querido equipararlo al tráfico en una ciudad: “Imaginémonos que hay semáforos y rotondas. Los semáforos son la regulación y las rotondas el buen comportamiento de todo el ecosistema, de las empresas, de los usuarios. Un tráfico que funciona de manera más fluida se debe a que esas rotondas y semáforos están bien combinados”, ha explicado.
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