Teniendo en cuenta solo las cifras, este parece ser el momento ideal para las empresas de semiconductores, según afirma McKinsey & Company. Con el aumento vertiginoso de la demanda de chips, los ingresos anuales aumentaron un 9% en 2020 y un 23% en 2021, muy por encima del 5% reportado en 2019. Incluso antes de la pandemia, los mercados de capitales estaban recompensando la creciente rentabilidad del sector, y las empresas de semiconductores ofrecían una media anual del 25% en rendimientos totales para los accionistas (TSR) desde finales de 2015 hasta finales de 2019. El año pasado, los accionistas obtuvieron rendimientos aún mayores, con una media del 50% anual a medida que el teletrabajo se convertía en la norma y los consumidores y las empresas incrementaban sus compras de tecnología, contribuyendo a acelerar la revolución digital.
Sin embargo, hoy en día las empresas de semiconductores también hacen frente a una serie de desafíos. Incluso con las fábricas funcionando a plena capacidad, no han podido satisfacer la demanda, lo que ha dado lugar a plazos de entrega de productos de seis meses o más. La actual escasez de semiconductores aparece habitualmente en los titulares, especialmente cuando obliga a los fabricantes de equipos originales de automoción a retrasar la producción de vehículos. Además, las empresas de semiconductores están lidiando con una mayor complejidad de diseño, la escasez de talento y problemas relacionados con la pandemia, que están interrumpiendo la compleja cadena de suministro global que vincula a los participantes en diferentes mercados. Ahora, la escasez es tan preocupante que está impulsando a más grandes empresas de tecnología y a los principales fabricantes de equipos originales de automóviles a trasladar el diseño de chips para su fabricación de manera interna, una tendencia que podría tener importantes implicaciones para el mercado.
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