En la vida diaria, utilizamos multitud de dispositivos conectados (IoT), como, por ejemplo, trenes, autobuses, ascensores o electrodomésticos y, al estar conectados, pueden ser susceptibles de sufrir un ciberataque. Como ciudadanos, no somos conscientes de la dimensión y cantidad de los dispositivos conectados y la influencia en la vida cotidiana. En el ámbito mundial, en 2024 se prevé que existirán 22.300 millones de dispositivos IoT conectados a Internet en todo el mundo; un escenario perfecto para el crecimiento exponencial de la ciberdelincuencia, pero también una gran oportunidad para desarrollar el negocio de la ciberseguridad y generar empleo tecnológico de calidad protegiendo a la industria frente a ciberataques.
Los productos electrónicos son críticos en sectores como el de la energía, el transporte o la industria, en los que la seguridad y protección de personas y bienes depende del correcto funcionamiento de estos aparatos, y en los que un mal funcionamiento podría tener consecuencias muy graves. Por eso, es muy importante que estos productos electrónicos no solo estén diseñados con criterios de ciberseguridad, sino que, además, se actualicen periódicamente a lo largo de todo su ciclo de vida, de forma que sean robustos y seguros ante posibles ciberataques. Para ello, en el ámbito internacional se están desarrollando una serie de normativas de ciberseguridad que establecen los criterios a cumplir por los productos electrónicos en función de su sector de aplicación, y que se prevé que, en el plazo de dos años, sean de obligado cumplimiento por parte de los fabricantes.
Sello externo
En ese contexto, el centro tecnológico vasco Ikerlan identificó hace ahora dos años una ventana de oportunidad: ofrecer a la industria un sello externo que certifique que sus productos son ciberseguros de acuerdo con las normas internacionales de ciberseguridad más exigentes.
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