r-PET, la mejor solución para garantizar la circularidad de los envases

El Cidec (Centro de Innovación y Desarrollo para la Economía Circular) es una entidad independiente con vocación pública cuya misión es generar un cambio en el modelo económico a través de la economía circular, a fin de garantizar un futuro sostenible y responsable con la sociedad y el medio ambiente. Para conseguir acelerar esa transición hacia un modelo más circular y sostenible, Cidec colabora con universidades, centros tecnológicos, empresas e instituciones. Fruto de esos esfuerzos, nace el informe “r-PET, la mejor solución para garantizar la circularidad de los envases”, en el que Cidec se ha encargado de la coordinación del trabajo junto a centros tecnológicos y de investigación especializados en el ámbito del plástico y otras entidades del tercer sector. En el estudio, se abordan los problemas y retos derivados del abandono de residuos plásticos en el medio y se trata de aportar las claves que permitan impulsar un mercado secundario de r-PET en España.

En el año 2050 necesitaremos tres planetas Tierra para mantener el ritmo de consumo de recursos naturales que tenemos actualmente. Los hábitos de consumo y la gestión de los residuos que producimos están poniendo al mundo en una situación crítica. Hasta la fecha, el modelo de crecimiento económico ha sido fundamentalmente lineal, siendo el incremento en la generación de residuos una de las muestras más evidentes del agotamiento de este sistema insostenible que amenaza con agotar los recursos disponibles en un futuro no tan lejano. No obstante, hay que reconocer la eclosión de una sociedad civil cada vez más sensible a esta realidad y movilizada frente a los graves problemas climáticos y medioambientales que afronta nuestra generación, y que nuestro estilo de vida y consumo no está sino espoleando.
Esta mayor preocupación por la salud de nuestro planeta ha actuado como estímulo o presión positiva para que instituciones y empresas actúen e intenten revertir esta deriva; un escenario que refleja la incuestionable necesidad de atender a la mayor brevedad las demandas sociales y ambientales a las que nos enfrentamos. En el marco de esta crisis climática, el abandono de residuos plásticos en el medio es uno de los retos globales a los que debemos dar solución de manera más acuciante. Esto es especialmente cierto para los ecosistemas marinos, donde se estima que entran entre 4,8 y 12,7 millones de toneladas de plástico cada año, lo que supone entre un 60-80% del total de las basuras marinas.
Ahora bien, las propiedades que hacen del plástico un material difícil de gestionar como residuo lo convierten a su vez en un material esencial en muchas aplicaciones y ámbitos, tales como la medicina, el transporte o la agricultura, permitiendo reducir la huella de carbono en desplazamientos o envasando de forma segura todo tipo de alimentos (lo cual ha revestido especial importancia durante la pandemia de COVID-19).
Es esta dicotomía entre los beneficios e inconvenientes del plástico la que pone de manifiesto una falta de información, formación y concienciación, que requiere una visión más equilibrada y objetiva. El presente estudio pretende precisamente mostrar, a través del caso del r-PET, que hay maneras de romper esa dicotomía y producir soluciones capaces de conciliar realidades tan complejas. El plástico es un material útil y valioso, también una vez usado, ya que puede tener numerosas vidas. El gran desafío reside en que todos comprendamos que ningún plástico debería estar destinado para un solo uso; un cambio de paradigma de “residuo” a “recurso” que necesita de la acción conjunta y unidireccional de toda la cadena de valor (empresas, gobiernos, consumidores, etc.) para conseguir una adecuada gestión del material, evitando que termine en el medio natural, y creando mercados secundarios eficientes con los que avanzar realmente hacia una economía verdaderamente circular.
Puede decirse que el camino para acabar con esta linealidad ya se ha iniciado. Son varios los organismos con poder de decisión que han adoptado compromisos normativos y estratégicos para afrontar este reto de transformación que acompaña al uso del plástico. La Unión Europea ha sido pionera en esta lucha proponiendo unos objetivos de reciclaje y reutilización de envases de plástico, para alcanzar el 50% en 2025 y el 55% en 2030. Además, para ese año, todos los envases plásticos introducidos en el mercado deberán ser reciclables o reutilizables a un coste rentable para los operadores económicos.
Considerando el caso concreto de las botellas para bebidas, la Directiva 2019/904 relativa a la reducción del impacto de determinados productos de plástico en el medio ambiente establece una serie de medidas que pretenden impulsar el mercado secundario de materias primas plásticas por una doble vía. Por un lado, fijando unos ambiciosos objetivos de recogida separada de botellas (77% en 2025 y 90% en 2030) y, por otro, exigiendo que esas botellas incorporen al menos una tasa de material reciclado del 25% para 2025 y del 30% para 2030.
Los Estados miembros tienen hasta julio de 2021 para transponer a sus ordenamientos jurídicos esta Directiva. En el caso de España, el Gobierno está preparando una nueva Ley de residuos y suelos contaminados para reemplazar a la que está actualmente vigente de 2011. En el articulado de esta nueva propuesta, además de incluirse todas las medidas recogidas en la Directiva europea, se prevé la creación de dos impuestos, uno a los envases de plástico vírgenes no reutilizables y otro al depósito en vertedero e incineración. Estas nuevas figuras tributarias persiguen el robustecimiento de la economía circular y, en particular, buscan aumentar la demanda de plástico reciclado.
Sin embargo, el estudio revela que el mercado español no se encuentra preparado actualmente para el incremento de la demanda de plástico reciclado. En concreto, la capacidad de producción de r-PET de uso alimentario es significativamente menor que su demanda. Solamente para cumplir con los mencionados objetivos europeos del 25% de plástico reciclado en las botellas, se necesitarán unas 54 kt anuales de r-PET, cuando la capacidad instalada para la producción de r-PET de uso alimentario en 2019 no superaba las 35 kt (con una oferta efectiva máxima de 22 kt, ya que parte de la producción estaba comprometida contractualmente). Por este motivo, se hace necesario el impulso de un mercado secundario competitivo de r-PET en España.
Los agentes implicados en la elaboración del informe animan, en todo caso, a que este desajuste entre la oferta y la demanda de r-PET pueda traducirse en oportunidades para mejorar la eficiencia de los procesos de recogida y reciclaje, acometiendo nuevas inversiones y modernizando la capacidad competitiva de la industria del r-PET en España.

Alternativas viables y sostenibles
Este estudio ha sido elaborado por un grupo heterogéneo de entidades (ONG, centros de investigación, institutos tecnológicos, empresas) expertas en diversos ámbitos de actividad (económico, técnico y medioambiental). El estudio pretende dar a conocer en profundidad los diferentes retos a los que se enfrenta el r-PET y, en relación a su consolidación en España, propone acciones concretas en el conjunto de la cadena de valor que puedan orientar el futuro del sector hacia alternativas viables y sostenibles.
En este afán por ofrecer soluciones más sostenibles, la Unión Europea apuesta firmemente por proyectos de investigación, ya sea para impulsar el desarrollo de nuevos materiales renovables como el bioplástico, o bien para indagar en nuevos procesos más eficaces y eficientes de reciclado mecánico y químico. En este sentido, el estudio realiza un análisis de las tecnologías de reciclaje a corto y medio plazo. Actualmente, en España el reciclado mecánico es un proceso maduro frente al reciclado químico, que apenas está iniciado y donde las inversiones requeridas para desarrollar nuevas instalaciones son de mayor envergadura.
Un aspecto importante a tener en cuenta dentro de los procesos de reciclado es la seguridad que deben proporcionar los envases que entran en contacto con alimentos, cuestión que se aborda en detalle en el estudio, que analiza las exhaustivas investigaciones y métodos analíticos que garantizan las exigencias de la autoridad europea en seguridad alimentaria (EFSA) para los procesos de recogida y reciclado de r-PET, ya que este es uno de los pocos materiales reciclados posconsumo que se emplean para estar en contacto con alimentos.
El primer alimento que pudo incorporar material reciclado en sus envases fue el agua. Tomando como referencia las botellas de agua de 33 cl, el informe incluye un estudio comparando las características y rendimiento ambiental de diferentes materiales (plástico virgen, vidrio, aluminio, brik y r-PET). Del estudio se desprende que el r-PET presenta los mejores resultados en huella de carbono y eficiencia de material respecto a los otros materiales analizados.
Reconocidas las propiedades de este material, el informe se adentra en cuantificar el impacto de huella de carbono y de ecoeficiencia en función de si su adquisición se realiza en un mercado nacional o extranjero (Alemania, Italia, Francia y EEUU). El análisis revela que el r-PET nacional tiene asociado en su ciclo de vida una huella de carbono más baja frente a los productos importados (de entre 0,10 y 0,51 kg de CO2 eq), así como que sus impactos ambientales asociados a la producción y al transporte son los más ecoeficientes de todos los mercados estudiados (para el rango de precios inferior a 900 euros/t, la huella de carbono es de 710 kg de CO2/t). Según estos parámetros, el estudio contempla un detallado análisis del mercado español de r-PET para uso alimentario. Entre los principales elementos que condicionan la oferta del material, se identifican los siguientes:

• La disponibilidad y calidad de la bala (los recicladores le atribuyen un bajo rendimiento, ya que solo pueden aprovechar un 45% - 50% de la bala).
• La capacidad instalada para la producción de granza de r-PET (la capacidad para la fabricación de granza de r-PET con autorización de la EFSA es reducida porque los recicladores cuentan actualmente con demanda suficiente de escama de r-PET que se destina a otros usos no alimentarios).