Al leer el título de este artículo, algún lector habrá pensado que íbamos a hablar de automatización basada en inteligencia artificial o en las tecnologías más avanzadas. Espero no decepcionarles cuando lean lo que sigue…
En la actualidad, el mercado y los clientes incrementan día a día la presión sobre los fabricantes, de manera que:
- Exigen que la calidad de producto sea irreprochable
- La variedad de productos y modelos crece sin cesar
- El ciclo de vida de cada producto es cada vez más corto
- Los costes tienen que ser reducirse continuamente.
Enfoque tradicional: Automatización basada en la tecnología
Una solución tradicional a estos problemas en los países de alto coste ha sido la automatización tecnológica, que, en general, ha proporcionado robustez(*) en los procesos, calidad estable y menores costes de personal directo. Además, la tecnología de fabricación actual (robótica, visión artificial, etc.) permite automatizar casi cualquier proceso por complejo que pueda parecer.
Por otro lado, los procesos muy difíciles de automatizar y/o intensivos en mano de obra se subcontratan a otras empresas o se deslocalizan a países de bajo coste.
En definitiva, es opinión general que la necesidad de fabricar productos de alta calidad a bajo coste requiere automatizar procesos. Sin embargo, este planteamiento encuentra algunas dificultades en las circunstancias actuales, dado que:
- Es preciso lanzar una gran variedad de productos nuevos cada poco tiempo, aumentando la complejidad, encareciendo en gran medida la automatización y reduciendo la efectividad de las líneas de producción.
- Como consecuencia de lo anterior, resulta cada vez más difícil robustecer los procesos y los períodos de arranque se alargan en el tiempo. A menudo, transcurren meses desde el inicio de la fabricación en serie hasta la consecución de fabricaciones en condiciones estables. Estos períodos suponen extracostes y riesgos de calidad.
- Adicionalmente, los ciclos de vida de los productos, cada vez más cortos, requieren invertir grandes sumas de dinero más frecuentemente, incrementando los costes de capital y los riesgos asociados, ya que el volumen final de venta de los productos nuevos nunca deja de ser una incógnita.
La situación se complica aún más, si consideramos que la automatización de procesos complejos para la fabricación de diferentes tipos de producto, puede derivar en sistemas tecnológicamente muy complicados que requieren de la intervención de especialistas, en muchas ocasiones subcontratados a los suministradores.
Los fabricantes, a menudo, ven en la subcontratación una oportunidad para reducir costes fijos y reducen sus plantillas de personal técnico, con la consiguiente pérdida de conocimiento y reducción de la capacidad de reacción en caso de incidencias, así como pérdidas de efectividad y riesgos de calidad.
Además, en líneas de producción altamente automatizadas se generan escasas oportunidades para la participación de las personas en las actividades de mejora continua.
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