Prácticamente nada funciona sin electricidad. Sin embargo, la electricidad también es la causa más común de incendio, por delante de los cigarrillos olvidados o los trabajos de soldadura fallidos. Por eso, casi la mitad de todos los retardantes de llama se utilizan en cables, electrotécnica y electrónica. Ceresana ha investigado el mercado mundial de estos productos químicos, que evitan que los plásticos y otros materiales inflamables se enciendan o al menos frenan los incendios. Actualmente se utilizan en total alrededor de 2,3 millones de toneladas de retardantes de llama cada año: compuestos de fósforo, aluminio (ATH) o antimonio (ATO), retardantes de llama bromados y clorados y, cada vez más, también aditivos de origen biológico.
Creciente demanda de retardantes de llama en la industria de la construcción
No sólo se necesitan grandes cantidades de recubrimientos ignífugos y gelcoats para vehículos, estaciones de carga, baterías y sistemas fotovoltaicos. Aunque el sector de la construcción se está debilitando en muchos países, Ceresana espera que en este ámbito de aplicación se produzca el mayor crecimiento de la demanda de retardantes de llama: los analistas de mercado prevén que la demanda en el sector de la construcción aumentará una media del 3,2% anual hasta 2033. Con aditivos ignífugos se pueden proteger prácticamente todos los materiales contra el fuego y sus consecuencias, incluidos los plásticos, los textiles, la madera o el papel. Aunque sólo representen una pequeña proporción del peso total, los retardantes de llama integrados o los revestimientos ignífugos son absolutamente imprescindibles para las placas de espuma de poliestireno (EPS, XPS) y otros materiales aislantes, pero también, por ejemplo, para los revestimientos de acero. vigas en edificios, para ventanas y puertas de PVC, para vidrio acrílico, hilos de alfombras y adhesivos.
La protección contra incendios debe ser segura, eficiente y respetuosa con el medio ambiente
Cada vez más, los retardantes de llama se personalizan para aplicaciones específicas. Para los bioplásticos se están desarrollando retardantes de llama de base biológica adecuados, por ejemplo, a partir de nanocelulosa, lignina, proteínas de soja o ácido fítico. El trihidróxido de aluminio (ATH), también conocido como hidróxido de aluminio, sigue siendo, con diferencia, el retardante de llama más vendido en todo el mundo y actualmente representa alrededor del 38% del mercado. ATH no contiene halógenos y se considera relativamente respetuoso con el medio ambiente.
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