Diseñar la estética de productos con materiales sostenibles es paradójico. Cuando se sustituye un material menos sostenible por otro más sostenible, pero el trabajo se hace tan bien que la nueva versión más responsable es ópticamente indistinguible de la versión original menos responsable, surge la pregunta: ¿Hacia dónde se dirige la historia de la sostenibilidad y cómo se puede comunicar este magnífico logro? Chris Lefteri, experto internacional reconocido en el campo del diseño de materiales y organizador de las visitas guiadas en K 2025, intenta resolver estas dudas.
Cuando el material de base biológica, reciclado, bajo en carbono o respetuoso con el medio ambiente de cualquier otro modo utilizado tiene exactamente el mismo aspecto que el plástico original, es difícil comunicar la sostenibilidad, puesto que el resultado final tiene el mismo aspecto. Ópticamente no existe ninguna diferencia. “La paradoja de lo que hacemos como diseñadores -explica Chris Lefteri- es, que, en nuestro afán por ser sostenibles, a menudo desaparece la propia historia de sostenibilidad. ¿O no? Esta pregunta es importante porque se atribuye tanta importancia al aspecto medioambiental que se está convirtiendo en una característica de la historia del producto; por producto me refiero a todo, desde los interiores de los automóviles, pasando por los electrodomésticos, hasta llegar a los artículos deportivos, electrónica de consumo, etc.”.
“Una gran parte de nuestro trabajo como diseñadores consiste en reproducir nuestros conocimientos sobre plásticos y procesos corrientes, pero ahora tenemos que reflexionar al respecto de forma sostenible y con conciencia de nuestra responsabilidad. En lugar de galvanizar los plásticos a fin de generar acabados brillantes de calidad superior, podríamos, por ejemplo, emplear un procedimiento susceptible de reciclaje en el que el resultado final se asemeje mucho al original, cuando no sea ópticamente idéntico al original. Pero ¿queremos simplemente limitarnos a replicar solo aquello que hemos venido haciendo siempre (plásticos metalizados, superficies brillantes), pero de modo más sostenible? ¿O queremos hacer las cosas efectivamente de otra manera, estimular la imaginación de los consumidores y entusiasmarlos por un nuevo enfoque? Desde un punto de vista puramente ecológico, una estética progresista es menos problemática, siempre que todo se consiga de un modo más responsable. Pero ¿estamos perdiendo una gran oportunidad de hacer algo de forma completamente diferente? ¿No deberíamos cuestionar las expectativas formuladas a un buen y deseable CMF (color, materiales y acabados)?”, se pregunta Chris Lefteri. “Nos hemos conformado desde hace tiempo con que materiales tales como la madera o el metal presenten sus propias imperfecciones naturales -nudos en la madera, pátina en el latón o cobre- y las celebramos, incluso, como signo de autenticidad, antigüedad y belleza. ¿Por qué no hacemos lo mismo con los plásticos moldeados por inyección?”.
Ejemplos de marcas pioneras
Algunas marcas pioneras están empezando a redefinir la estética del plástico. El mando Microsoft Xbox Remix Special Edition es un ejemplo perfecto de ello. Está fabricado a partir de plástico reciclado y presenta en su superficie pequeños remolinos, líneas de flujo y variaciones de color; rastros visibles del contenido reciclado. En lugar de disimular estos “defectos”, Microsoft ha decidido exhibirlos, haciendo con ello que cada mando sea ópticamente único.
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