La ligereza, resistencia, versatilidad, impermeabilidad y facilidad de mantenimiento son propiedades que hacen del policloruro de vinilo (PVC) un material altamente atractivo para los fabricantes de productos relacionados con el deporte. Pero no todo son aplicaciones en instalaciones deportivas –cubiertas de estadios, revestimiento de piscinas– o complementos de deportes mayoritarios –balones, calzado, guantes–. Otras disciplinas menos habituales, si cabe un tanto elitistas, también guardan un espacio preferente para este polímero.
Ese es el caso del golf, en el que se utiliza PVC para proteger los greenes; o los deportes náuticos, en los que forma parte tanto de las partes que componen una embarcación como de los elementos que la protegen.
Frontera herbácea
Un novedoso sistema que emplea policloruro de vinilo impide el paso de tipos de hierba no deseados a las zonas más delicadas del campo. Consiste en la instalación de barreras plásticas subterráneas, para proteger los greenes de la invasión de otras especies herbáceas sembradas en los espacios circundantes. En los meses más calurosos del año, la familia de césped bermuda es mucho más agresiva que la agrostis –específica para el green–, por lo que resulta imposible evitar que se propague por el espacio reservado al juego.
Antes, la única forma de combatir este problema que existía era levantar las zonas del green afectadas y volver a plantarlas con la especia adecuada. Pero este innovador sistema de mantenimiento, denominado The greens encroachment barrier system, se ha convertido en una solución más efectiva y duradera, gracias a las características del PVC. Estas fueron las que convencieron a sus inventores, entre los que se encuentra Paul R. Latshaw, green-keeper durante varios años del Augusta Nacional, uno de los mejores campos del mundo.
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