Ciertas piezas destinadas a los mercados más exigentes en seguridad, como pueden ser el del ferrocarril, aeronáutico, obras públicas y automoción, entre otros, tienen en muchos casos que cumplir una exigencia de control de duración de vida que las hacen críticas y, por lo tanto, necesitan controles especiales para asegurar que dicha vida se corresponda con la calculada en la fase de diseño. Uno de esos controles específicos es el de las tensiones residuales.
La especificación oculta
En el proceso de fabricación de un componente siempre es necesario cumplir una serie de especificaciones, entre las que las tolerancias dimensionales, geométricas y superficiales son las más reconocibles: cualquier mecanizador se preocupará de conocer, junto con la geometría de la pieza a fabricar, las tolerancias que acompañan a cada una de sus dimensiones y formas.
Otras magnitudes le resultarán quizá menos familiares. Estas magnitudes hacen referencia, más que a la geometría de la pieza, a características estructurales que condicionarán su buen funcionamiento en la aplicación final. Nos referimos a hechos que ocurren en su interior como variaciones en su composición química, o a la presencia de fases anómalas del material, resultantes del proceso de fabricación.
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