El almacenamiento eficiente de energía es un pilar fundamental de la transición energética, ya que permite flexibilizar la producción de energía renovable y garantizar su integración en el sistema siendo una de las claves de un futuro descarbonizado. En este contexto, las baterías son esenciales para almacenar la energía cuando está disponible y para poder transferirla a la red eléctrica cuando no.
El proyecto europeo BALIHT H2020, coordinado por Aimplas, Instituto Tecnológico del Plástico, y financiado por la Comisión Europea bajo la convocatoria “Building a Low-Carbon, Climate Resilient Future: Next-Generation Batteries” (H2020-LC-BAT-2019-2020), constituye un equipo multidisciplinar de investigadores, expertos, grandes empresas y pymes de diferentes países europeos que trabajan para desarrollar una nueva batería orgánica de flujo redox capaz de funcionar a temperaturas de hasta 80 ºC.
Las baterías de flujo redox se componen de dos depósitos en los que se almacena la energía química de los electrolitos (sustancias que se REDucen y OXidan), que se transforma en energía eléctrica (y viceversa) en las celdas a las que están conectados. El rendimiento de las baterías de flujo viene dado por el tamaño de la celda, mientras que su capacidad de almacenamiento está relacionada con el volumen de los depósitos de electrolito.
Electrolitos renovables no tóxicos
A diferencia de otras baterías de flujo redox, basadas en electrolitos de compuestos metálicos, la batería de flujo redox de BALIHT utilizará electrolitos orgánicos que se fabrican de productos derivados de lignina.
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