El bienestar aumenta en el mundo y las personas quieren disfrutar del lujo. Esto se refleja, entre otras cosas, en que actualmente se compra más cosmética cara que nunca anteriormente. Para los perfumes, lápices de labios y cremas, son imprescindibles envases refinados y valiosos. El exterior debe ser ya una promesa de calidad y exclusividad y ofrecer el mayor valor añadido posible.
Sin embargo, en el sector de la belleza existe también una tendencia totalmente contraria: el lema de muchos consumidores es el regreso a la naturaleza. Estas personas conceden valor a la naturalidad y sostenibilidad, compran cosmética natural, para la que los costosos envases de lujo serían más bien contraproducentes. Según un estudio actual de la empresa de auditoría KPMG y del Instituto de Investigación Comercial de Colonia (Alemania), el mercado alemán de cosmética natural crecerá anualmente, hasta 2020, un 7%, más que cualquier otro campo de la cosmética.
De este modo, los fabricantes de cosméticos afrontan una tarea difícil. No solo tienen que pensar en dos tendencias que van en direcciones diferentes, sino que también tienen consumidores más exigentes.
“Es evidente que el efecto ilustrativo de un diseño ideal ha alcanzado su punto máximo publicitario. En el futuro, se tratará de la puesta en escena de la mercancía. La tendencia y la contratendencia son puras y auténticas, o complejas y extrañas en la estética del diseño del envase”, explica el investigador de tendencias Peter Wippermann, profesor de diseño de comunicación en Essen (Alemania).
Menos glamour, más ecología
En la cuestión complicada del diseño de envase apropiado interviene finalmente el problema de los costes crecientes de la energía y las materias primas, lo que dificulta la producción de envases costosos. Los perfumes en frascos de vidrio con impresión de oro auténtico tienen demanda, pero probablemente no se convertirán en la norma. Peter Wippermann cree más bien que la sostenibilidad es cada vez más importante para las empresas e intentan reducir sus costes prescindiendo de las nuevas combinaciones de materiales. El investigador de tendencias de la empresa Gillette cita como ejemplo la pasta de celulosa moldeable de fibras de bambú y juncos renovables que se utilizan para los envases secundarios.
Otras empresas siguen esta evolución: El especialista en envases Carl Edelmann ha desarrollado, por ejemplo, cajas plegables para la cosmética natural que, según su propia información, presentan un concepto ecológico completo y, al mismo tiempo, una alta calidad. La caja está compuesta en un 80% de material reciclado y está impresa con tintas sin aceite, fabricadas exclusivamente con materias primas regenerables y electricidad ecológica. De este modo, se genera un 76% menos de dióxido de carbono que en la producción de los envases habituales. Con ello, los fabricantes de cosméticos pueden reducir considerablemente sus emisiones a través del envase. Los consumidores, a su vez, reciben la buena sensación de estar consumiendo ecológicamente.
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