Desde la experiencia de los productores, el proceso del transporte de los artículos durante el tiempo de carga y de descarga suele ser el eslabón débil, tanto por la manipulación y riesgos de golpes como por el incremento de temperatura que forzosamente sufre la mercancía, más aún tratándose de artículos muy delicados. La carga y descarga se realiza por lo menos en tres ocasiones, que suponen alrededor de siete a ocho horas, que van desde la salida de la fábrica, pasando por el centro de transporte o plataforma logística, hasta llegar a los puntos de venta. Gracias a la utilización del poliestireno expandido para embalaje, durante este tiempo la mercancía está más protegida y se garantiza el mantenimiento de la calidad del producto.
Raquel López de la Banda, directora de Anape, explica que “la estructura que posee el poliestireno expandido hace posible que contenga un alto porcentaje de aire (hablamos de hasta un 98%), que le otorga una gran capacidad de amortiguación y resistencia a la compresión”. En la vida diaria, esto significa que los golpes y vibraciones que sufre un envase/embalaje de EPS mientras es manipulado afectarán de forma mínima al contenido. Gracias a esta propiedad, es ideal para el manejo y transporte de productos alimentarios, como el pescado, marisco, verduras y frutas, carnes, pastelería, así como un largo etcétera.
Principales atractivos
Uno de los principales atractivos del EPS para quienes se desenvuelven en el sector alimentario es su gran capacidad aislante, ya que, en palabras de la directora de Anape, “el EPS es un mal conductor de calor, haciendo que la temperatura apenas sufra variabilidad cuando el embalaje se expone a las condiciones climáticas del ambiente, inevitable durante el transporte, y muy usual en el punto de venta, donde el producto será exhibido y no siempre en condiciones óptimas”.
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