“La belleza es una invitada bienvenida en todas partes”, escribió Johann Wolfgang von Goethe a principios del siglo XIX. Y, 3.000 años antes, la humanidad ya dedicaba mucho tiempo y esfuerzos a su aspecto exterior. Es conocido el culto a la belleza de los antiguos egipcios que personificó la legendaria reina Nefertiti, uno de las símbolos intemporales de la belleza y la delicadeza. Maquillajes, ungüentos o tinturas... los productos -a menudo elaborados por sacerdotes- solían guardarse en recipientes valiosos y ricamente adornados realizados en arcilla, pizarra, metal o madera. Hoy en día, el packaging de los productos cosméticos hace honor a las expectativas de lujo combinando materiales de máxima calidad con sofisticadas aplicaciones gráficas y acabados de un refinamiento exquisito. Lo explica la periodista Melanie Streich en el siguiente artículo, elaborado con motivo de interpack 2017.
El culto a la belleza y a los cuidados estéticos no parece estar disminuyendo. Por el contrario, cada año aumenta el gasto en productos cosméticos. Según un informe de L’Oréal, el gigante de la cosmética, en 2016 el mercado mundial de productos cosméticos alcanzó un volumen aproximado de 205.000 millones de euros; el crecimiento interanual fue del 4%, superando la marca de los tres años anteriores. Sin embargo, este crecimiento viene acompañado de una competencia cada vez más feroz. Para cosechar éxitos en el mercado hipercompetitivo de la cosmética, es imprescindible conocer con exactitud el posicionamiento de la marca y cuidar al máximo la comunicación al público de los contenidos de la marca.
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