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Buenas prácticas de turismo rural

07/04/2008

nivel más profundo plantea algunas dudas sobre los criterios de sostenibilidad aplicados hasta el momento. El entorno, en su significado más amplio (socioeconómico y ambiental), constituye la base de estas actividades terciarias de ámbito rural. Es fundamental, por ello, hacer un uso adecuado de los recursos, evitando situaciones en las que se supere la capacidad de carga del medio y que puedan afectar desfavorablemente a la propia demanda como consecuencia de la degradación.

Por otra parte, progresivamente, el cliente se va volviendo más exigente y sensible hacia la correcta gestión de los recursos y la calidad del servicio recibido, en una creciente preocupación por un turismo sostenible. Las empresas turísticas, por los motivos expuestos, deben adoptar nuevas políticas medioambientales que permitan integrar la preservación del entorno como un atractivo más a la oferta. Esto constituye una característica diferenciadora frente a la competencia y no sólo como un factor a considerar con el fin exclusivo de reducir costes.

Redacción de códigos

Es importante que el compromiso medioambiental sea conocido por la sociedad, por lo que es necesario que la conciencia ecológica quede patente en documentos como los códigos de conducta medioambiental o manuales de gestión. Desde un punto de vista externo, los códigos son documentos que sirven de carta de presentación de la empresa, de identificación de su personalidad y de diferenciación en el mercado respecto de otras empresas. Desde el punto de vista interno, son un sistema de referencia para el control de la gestión, donde directivos y empleados pueden conocer el marco general de actuación como punto de referencia para la toma de decisiones.

El reto de la sostenibilidad

Éste es un momento de cambios rápidos en las características de las áreas rurales en toda la Unión Europea y en la política relacionada con ellas. El concepto de área rural hace referencia a aquellos territorios, aproximadamente el 80 por ciento del territorio europeo, que no abarcan las ciudades o grandes poblaciones.

En los últimos tiempos, muchas de las más remotas, marginales y montañosas regiones de la Europa rural han ido perdiendo población. Este proceso aún continúa ya que, en estos lugares, la economía local suele ser frágil y de pocos recursos; es difícil mantener los servicios públicos y la juventud suele emigrar de ellas.

En contraste, muchas regiones rurales cercanas a las ciudades están cambiando rápidamente en sus características debido a que se establecen empresas o a que los trabajadores de las ciudades buscan en ellas crear sus nuevos hogares. En estos lugares, mucha gente puede sucumbir a la tentación de dejar el trabajo en el campo por no poder comprar una casa a precios tan inflados.

Por otra parte, toda la Europa rural está afectada en mayor o menor medida por los cambios radicales en la agricultura. Hasta la década de los 80, el empuje de la política rural fue para animar la producción de más comida pero a bajos precios; sin embargo, ese papel no era sostenible. Las negociaciones comerciales posteriores obligaron a la Unión Europea a reducir su apoyo financiero a los granjeros, sus subsidios a la exportación de comida y a abrir el mercado alimenticio europeo al exterior.

Además, hay un crecimiento en la conciencia pública respecto al bienestar de los animales en las granjas, sobre las enfermedades del ganado, su impacto potencial en la salud pública y sobre el impacto de la agricultura intensiva en el medio ambiente.

Por estas y otras razones, el énfasis en las políticas rurales ha cambiado de más comida a bajo costo a una conciencia más amplia incluyendo la idea de sostenibilidad, esto es, el bienestar de las personas, la economía y el medio ambiente de las áreas rurales.

Cambio de mentalidad

En particular, hay una concienciación para reforzar y diversificar la economía de las regiones rurales. La agricultura ya no es el único sector, o no el dominante, en esa economía. El papel de los agricultores está cambiando en muchas regiones. Todavía tienen importancia como productores de comida, pero son percibidos también (a veces con el apoyo de fondos públicos) como empresarios en otros campos, productores de recursos cuyo valor se puede añadir a la economía local, proveedores de espacio para el recreo o actividades de ocio, o como guardianes y cuidadores de patrimonio natural y cultural.

Así, este es un contexto fértil dentro del cual actividades como el turismo rural puede jugar un enorme papel como un sector significativo dentro de las diversificadas economías locales, y como una vía de nuevas actividades y nuevos ingresos para los agricultores.

La gestión actual

Cada uno de los productos que se adquiere lleva asociada, de manera intrínseca, una carga ambiental. Por ello, la adopción de criterios ambientales en la política de compras repercute positivamente en la conservación del entorno. Antes de plantearse los cambios a introducir, resulta conveniente que cada negocio elabore (como paso previo) un inventario de los productos, diferenciando entre los que son de un solo uso y aquellos peligrosos. A continuación, deben ordenarse en función del grado de prioridad que tengan los cambios a introducir, para poder establecer unas pautas de trabajo en las mejoras de gestión.

Otro aspecto a tener en cuenta es que los emplazamientos en los que se ubican las actividades de turismo rural, debido a sus características, son más sensibles o vulnerables a los impactos que puedan derivarse de la existencia de estas empresas. Por ello, resulta imprescindible gestionar correctamente aquellos aspectos ambientales que puedan derivar en impactos sobre el entorno:

  • La energía incide de un modo considerable en todos los ámbitos de la vida social y económica, no obstante, se consume de un modo bastante ineficiente. Por ello, una medición previa de los consumos energéticos en función del tipo de energía y de su utilización permitirá detectar las anomalías y deficiencias energéticas.
  • El agua forma parte del entrono natural, es un recurso limitado y debe tratarse como tal. Su consumo por parte del turismo oscila bastante en función de la actividad y de los servicios ofrecidos, pero también de los medios técnicos y de la sensibilización de empresarios y usuarios.
  • También influyen negativamente, tanto en los usuarios como en la actividad económica de las empresas, otros aspectos como el uso masivo del tráfico rodado que ejerce diversos impactos sobre el entorno (contaminación atmosférica, incremento del nivel de ruido, deterioro del patrimonio histórico-artístico, ocupación del espacio y degradación de la vegetación) y el aumento del volumen de residuos asociado a la elevación del nivel de vida y la modificación en usos y consumos.

Buenas prácticas ambientales

Las buenas prácticas en la gestión medioambiental en empresas de turismo rural deben contemplar la reducción de los impactos ambientales derivados de la actividad turística, el uso sostenible de los recursos disponibles y la conservación de la biodiversidad existente.

Las prácticas a incorporar para alcanzar estas metas pueden ser de índole muy variable, por lo que pueden estar sujetas a múltiples clasificaciones. Ello implica necesariamente que, tras el diagnóstico de la situación actual y de la identificación de los impactos que pueden minimizarse, el siguiente paso deberá ser la planificación de las buenas prácticas a desarrollar en función de las prioridades y las circunstancias características de cada caso.

Una de las consideraciones a tener en cuenta en la selección de buenas prácticas es el periodo de tiempo necesario para ponerlas en marcha. El coste temporal se encuentra vinculado, en la mayoría de ocasiones, al coste o inversión económica asociado a cada una de las acciones. Así se podría distinguir entre actuaciones a corto, medio o largo plazo. En la guía editada por la Diputación de Badajoz, las buenas prácticas se han distribuido en cuatro grandes bloques: adquisición de productos, gestión de los recursos, gestión de los residuos y otras emisiones y transporte.

Dentro de cada uno de los bloques se pueden encontrar tres tipos generales de actuaciones: las que deben tomarse en la fase de diseño del establecimiento o requieren reformas en su estructura e instalaciones, aquellas que se centran en la integración de cambios operacionales y las que encuentran en el personal y en los clientes a sus principales actores (acciones de formación y sensibilización).

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