Veinte años después de la Cumbre de la Tierra, la ONU volvió a reunir a gobiernos, instituciones internacionales y a los grupos principales en la pasada Conferencia de las Naciones Unidas sobre Desarrollo Sostenible “Río+20”. Ante la imposibilidad de alcanzar un acuerdo sobre una serie de medidas inteligentes que permitan reducir la pobreza, a la vez que se promociona el empleo verde, las energías limpias y un uso más sostenible y equitativo de los recursos, y de que los gobiernos lleguen a acuerdos vinculantes y adopten medidas específicas, prácticas y claras, con la voluntad de su implementación, se debe seguir fomentando el desarrollo sostenible en pro de una mejora en el bienestar de la humanidad.
El Observatorio de la Sostenibilidad en España (OSE) ha publicado la monografía “Retos para la Sostenibilidad: Camino a Río+20”, con el subtítulo “Economía verde y refuerzo institucional para el desarrollo sostenible”, los dos ejes fundamentales de la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Desarrollo Sostenible denominada “Río + 20”, celebrada en junio de 2012. Esta publicación del OSE quiso servir de base para el análisis y el debate, aportando elementos de valoración para la Cumbre de Río+20.
A pesar de las dificultades para tener definiciones muy precisas, se entiende por economía verde, como reconoce Naciones Unidas, aquella que mejora el bienestar humano y la reducción de las desigualdades, sin que las generaciones futuras sufran riesgos medioambientales significativos ni escaseces ecológicas.
Existe una aceptación generalizada de que esta nueva economía ecologizada permite alcanzar el objetivo global de desarrollo sostenible, eso sí, en tanto que no se convierta en una excusa para la simple mercantilización de la biosfera.
Las desigualdades socioeconómicas y ecológicas se disparan
La erradicación de la pobreza y el hambre en el mundo se vería facilitada por el avance y cumplimiento de los Objetivos del Milenio. Hay 1.400 millones de personas que siguen viviendo en la pobreza extrema (menos de 1,25 dólares al día), 2.600 millones de personas viven en la pobreza con menos de 2 dólares al día, y 1.000 millones de personas viven con una nutrición insuficiente. Además, la desigualdad entre países ricos y pobres ha alcanzado su nivel más alto de los últimos 30 años (OCDE), los ingresos medios del 10% más rico es cerca de nueve veces mayor que la del 10% más pobre de toda la OCDE.
Por otra parte, la brecha que separa a los hombres de las mujeres del ciclo de la pobreza se amplía; en la actualidad, de los 1.000 millones de pobres en el mundo, el 70% son mujeres. Además, la monografía del OSE “Retos para la Sostenibilidad: Camino a Río+20” pone de manifiesto que 1.500 millones de personas no tienen acceso a la electricidad y la biomasa es la principal fuente energética para más de 3.000 millones de personas.
Las desigualdades ecológicas se acentúan; la huella ecológica de la humanidad excede la capacidad biológica de la Tierra en más de un 50%. Esto apunta a la esquilmación de recursos naturales y la alteración de los flujos de energía y materiales del actual modelo de desarrollo.
El Planeta está al límite; hay que actuar cuanto antes para salvarlo
Estamos sobrepasando, en algunos casos, o acercándonos peligrosamente, en otros, a los límites planetarios que delimitan la capacidad de los sistemas humanos para utilizar los recursos naturales, siempre necesarios para el desarrollo y el bienestar de las sociedades.
Según los datos recogidos en la monografía del OSE, el 60% de los recursos naturales mundiales se utiliza ya de forma insostenible o está al límite de sus posibilidades.
Actualmente, la economía mundial consume alrededor de un 50% más de recursos naturales que hace 30 años: una media de 60.000 millones de toneladas de materias primas al año, que podría aumentar hasta 100.000 millones de toneladas en 2030. Hay una clara desigualdad a nivel mundial; las personas de los países más ricos consumen hasta diez veces más recursos naturales que las que viven en los países más pobres.
Alrededor de 1.800 millones de personas vivirán en países o regiones con una escasez de agua absoluta en 2025 y dos tercios de las personas del mundo podrían verse afectadas por el estrés hídrico. Para 2025, se prevé que el uso del agua haya aumentado en un 50% en los países en desarrollo y en un 18% en el mundo desarrollado.
Para alimentar a la población mundial sin degradar ni contaminar más los suelos, se debería invertir en el sector agrícola entre 100.000 y 300.000 millones de dólares anuales hasta 2050. La agricultura ecológica es clave, destacando en España, primer país dentro de la UE en superficie destinada a la agricultura ecológica, con más de millón y medio de hectáreas, más del doble respecto al 2005.
La transición hacia una economía verde podría hacer crecer la superficie forestal, que en la actualidad ocupa cerca de 4.000 millones de hectáreas, en más del 3% en 2020, 8% en 2030 y en más del 20% en 2050. España tiene un papel destacado, ya que es el país europeo donde más ha aumentado la superficie de bosques en las dos últimas décadas; en concreto, 4,4 millones de hectáreas entre 1990 y 2005, casi 300.000 hectáreas por año.
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