La incertidumbre se ha convertido en una característica intrínseca de las organizaciones empresariales actuales, en la que una adecuada gestión del cambio continuo y la capacidad de dar respuesta rápida y eficaz a situaciones imprevistas se convierte en una de las claves fundamentales del éxito futuro. En Dirigir en la incertidumbre, Ediciones Deusto ofrece una selección de artículos que aportan una amplia perspectiva de enfoques, visiones y reflexiones sobre cómo dirigir en la incertidumbre.
Innovar o adaptarse
A media que la globalización, la digitalización y los mercados sin límites de capital aumentan los niveles de incertidumbre y reinventan las definiciones de oportunidad y riesgo, la opción estratégica entre innovar o adaptarse se ha convertido en un dilema de gran complejidad y valor. Hugh Courtney, socio director de McKinsey, afirma que cualquier buena estrategia debería intentar –no siempre es posible- adaptarse por medio de acciones específicas diseñadas para aumentar la rentabilidad de algunos resultados, mientras, de forma simultánea, se prepara para otros.
Si se espera a que pase la incertidumbre, una empresa puede evitar cometer errores imprudentes o desaprovechar la oportunidad de adelantarse a otras competidoras. Sin embargo, se ha de tener en cuenta que, en las situaciones más extremas, las estrategias de innovación pueden obtener mejores resultados, con menos riesgos, que en situaciones de menor incertidumbre.
Las estrategias de innovación o de adaptación pueden adoptar formas diferentes. Así, los innovadores, por lo general, intentan salir de las situaciones de incertidumbre dirigiendo los cambios del sector a su terreno. Los adaptadores, sin embargo, se ajustan a las estructuras actuales y futuras de un sector y se mantienen fieles a las tendencias.
La cuestión de si una empresa debe intentar innovar o adaptarse depende, en gran medida, de las dimensiones y de la naturaleza del periodo de incertidumbre que esté atravesando: cuando se enfrenta a periodos de gran incertidumbre con variables sobre las que puede ejercer su influencia, la innovación sería lo más lógico; la adaptación es preferible cuando las fuentes clave de creación del valor son relativamente estables o cuando se encuentran fuera del control de la empresa.
Cuando una empresa se enfrenta a un futuro que parece lo suficientemente claro como para hacer predicciones, los estrategas se han inclinado tradicionalmente por las estrategias de adaptación al mercado actual. En esos mercados tan estables, las oportunidades para la innovación no suelen ser muy frecuentes y las empresas opinan que parapetarse en un sistema comercial que es provechoso hoy tiene muchas posibilidades de seguir siendo provechoso el día de mañana. Sin embargo, incluso en los ambientes más estables pueden surgir periodos de agitaciones, motivadas por innovadores capaces de identificar y desarrollar productos, servicios y sistemas innovadores que desplacen a sus competidores.
Por el contrario, en ambientes más inestables, los innovadores intentan reducir el nivel de incertidumbre creando el orden a partir del caos.
Si se distingue una mayor gama de posibilidades, las estrategias de innovación se centran en llevar al sector al “límite máximo de esa gama”.
En los niveles superiores de incertidumbre, las estrategias de protección resultan menos deseables, ya que es muy difícil determinar si se han cubierto todas las bases; por el contrario, los innovadores de éxito tienen a centrar sus esfuerzos en la continua experimentación o en formar organizaciones flexibles.
Finalmente, cuando todo un sector se encuentra en una situación de constante cambio, un innovador efectivo puede llevar al mercado al orden estableciendo un nuevo estándar del mercado, consolidando un conjunto fragmentado de competidores e incluso proporcionando un nuevo modelo de negocio para ese sector. Esta realidad implica, de forma paradójica, que, en las situaciones de mayor incertidumbre, las estrategias de innovación pueden producir mayores beneficios y menos riesgos que los que estas mismas estrategias reportan en las situaciones de menor incertidumbre residual.
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