En la actualidad, se exige a las personas que desempeñan una actividad, ya sean empleados, estudiantes, jefes o directivos, o que aspiran a ejercerla, una gran habilidad en la dirección de sí mismos y de los demás. Sin embargo, no siempre se encuentra el tiempo suficiente para analizar qué destrezas desarrollar y cómo hacerlo. En Las 12 habilidades directivas clave, Antonio Valls identifica cuáles son esas habilidades clave y ofrece al lector herramientas para ayudarle a fomentarla. Tomar las mejores decisiones; diseñar una estrategia profesional; gestionar el tiempo, el estrés y las relaciones con compañeros y jefes; motivarse a uno mismo y a los demás; negociar con destreza, o seducir en las presentaciones en público son algunas de ellas. Como señala el autor, “están aquellas que, si potenciamos, pueden ayudarnos enormemente a ser más competentes, eficaces y a obtener, al mismo tiempo, más calidad de vida”.
El libro consta de tres partes: habilidades muy valiosas de dirección de uno mismo, que permiten avanzar en el mundo del trabajo; habilidades para interactuar con éxito con otras personas, y habilidades de dirección de personas.
Las doce habilidades, potenciadas, pueden ayudarnos enormemente a ser más competentes y, a la vez, obtener mejor calidad de vida. Éstas son las siguientes: toma de decisiones y resolución de problemas; diseñar la propia estrategia profesional; gestión del tiempo; gestión del estrés; interacción profesional y comunicación; negociación; asertividad; gestione a su jefe; liderazgo; motivación; los siete hábitos de la gente altamente efectiva (según Stephen R. Covey), y cómo realizar presentaciones en público.
Toma de decisiones y resolución de problemas
Tomar decisiones implica, en primer lugar, mantener despiertas las facultades que hay que poner en uso para la toma de decisiones inteligentes. Éstas son: el conocimiento de uno mismo y de las propias capacidades y limitaciones; el contraste de nuestra posible respuesta con nuestro sistema de valores y su priorización; la imaginación, y la capacidad para elegir con libertad.
La calidad de nuestras decisiones estará en función del grado de desarrollo que hayamos alcanzado de estas cuatro facultades, que pueden desarrollarse.
Hay dos procedimientos básicos de resolución de problemas:
- Formulación de hipótesis: Se empieza por establecer hipótesis preliminares que se utilizan para avanzar en la resolución de un problema, en cuyo transcurso se invalidan o confirman. Éste es un método que, por lo general, sirve para adelantar rápidamente, pero que suele no ser útil ante situaciones complejas.
- Divergencia-convergencia: Se analiza una gran cantidad de datos diversos relativos al problema a resolver, desmenuzando la realidad en muchos pequeños fragmentos, para hacer converger después los hechos más relevantes en una solución única. Este método es más riguroso, pero suele ser más costoso, y no aporta soluciones inmediatas.
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