La máxima productividad consiste en hacer que algo ocurra con el menor esfuerzo posible. El hecho de que hablemos de esfuerzo, sin embargo, significa que siempre habrá alguna resistencia o algún impedimento cuando tratemos de hacer algo. Mejorar la productividad tiene mucho que ver con gestionar con más eficacia los obstáculos, las barreras y las distracciones que encontramos en nuestro camino; en definitiva, cualquier circunstancia que frene o se oponga a nuestro avance.
En el mundo donde vivimos, para obtener lo que queremos de una manera eficaz, debemos estar preparados para todo. Y hay cosas que todos nosotros podemos hacer, en cualquier momento, para logar que nos resulte más fácil reaccionar ante lo que nos ocurre sin perder ritmo.
Cuando las personas encuentran un método para establecer un equilibrio en sus tareas cotidianas, ocurra lo que ocurra, mejoran su intuición y su creatividad. Consiguen hacer mejor un sinfín de cosas, como procesar información, gestionar sus pensamientos y sentimientos, dirigir su esfuerzo hacia los resultados y confiar en sus juicios acerca de qué hacer. Disponen de un método sistemático para tratarse a sí mismas y a su trabajo, lo cual es mucho más útil que confiar meramente en comportamientos reactivos y circunstanciales para esquivar las presiones y las crisis que surgen en su mundo. Cuando las personas saben que disponen de un método para enfrentarse a cualquier situación, se relajan, y, cuando están relajadas, todo les sale mejor: hacen más cosas, con menos esfuerzo, y descubren toda clase de efectos secundarios maravillosos que mejoran los resultados de su esfuerzo y la calidad de su vida.
La gente no necesita más disciplina, sino un método disciplinado. No necesita trabajar más, sino definir mejor su trabajo en múltiples niveles específicos y mantenerse atento a todos ellos simultáneamente.
El autor agrupa todos sus textos en función de las cuatro grandes áreas de comportamiento productivo que contribuyen a reforzar: completitud, focalización, estructura y acción. A veces, lo que más necesitan los individuos (y los grupos) es resolver cuestiones pendientes y poner orden en sus asuntos (Parte I). Otras veces, la clave está en adoptar el enfoque adecuado (Parte II). Otras situaciones convertirán las estructuras y los sistemas en el factor más importante para el crecimiento (Parte III). Y otras, requerirán simplemente dejar de intentar que todo sea perfecto y ponerse en marcha (Parte IV). Todos estos aspectos son importantes, pero a menudo uno en particular será el trampolín hacia el siguiente nivel de productividad.
Vacía tu mente para ser más creativo
No tenemos tiempo de hacer nuestro trabajo por culpa de todo el trabajo que tenemos que hacer. Y cuidaríamos mucho más los detalles si no tuviéramos tantos detalles que cuidar. A veces, la mayor ganancia en energía productiva vendrá como resultado de quitar las telarañas, resolver viejos asuntos y poner orden en nuestras cosas.
¿Cómo lograr que los temas pendientes te dejen tranquilo? Bajo este epígrafe, se engloban trece claves para mejorar la productividad en la vida y en el trabajo.
Hacer limpieza abre nuevas perspectivas
Resolver temas pendientes, ya sean grandes proyectos o simples tareas de organización y limpieza, permite tener más energía para responder a cualquier nueva situación que se presente. A menudo, no estamos seguros de qué hacer a continuación o qué asunto abordar en primer lugar. Cuando ocurra se debe limpiar alguna cosa o terminar algún asunto pendiente, algo obvio y que tengamos delante. Pronto encontraremos la energía y la claridad necesarias para saber qué hacer a continuación y habremos desarrollado una actitud más efectiva en todos los frentes. Procesar la bandeja de entrada, revisar los correos electrónicos o limpiar el cajón del escritorio… Igualmente, habría que hacerlo en algún momento.
Sólo puedes sentirte bien con lo que no estás haciendo cuando sabes qué es lo que no estás haciendo
El estrés procede del incumplimiento de acuerdos a los que has llegado contigo mismo. Las únicas formas de aliviarlo son cancelar los acuerdos, cumplirlos o renegociarlos. Pero no puedes renegociar contigo mismo acuerdos que has olvidado. Como la RAM psíquica no distingue entre pasado y futuro, las cosas que hay en ella presionan todo el tiempo para que las hagas. Para aliviar la presión, es preciso volverlas conscientes y mantenerlas así.
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